8 de mayo de 2013

Los otakus, una subcultura mundial

Por: Nibeth Adriana Duarte Estudiante Facultad de Comunicación Social Universidad Externado de Colombia

Son aficionados, multifacéticos, variados y sobre todo, son individuos que alimentan la diversidad cultural y las nuevas tendencias de una ciudad cosmopolita como Bogotá.

Inuyasha ,Yu Gi Ho, Naruto, Sakura Cardcaptor, Sailor Moon son sólo unos de los más reconocidos animes dentro la comunidad otaku. Ellos se diferencian por sus gustos particulares por el jrock o rock japonés, el manga, los comics y algunos trascienden la estética de sus personajes favoritos para parecerse en sus formas de vestir, peinar e incluso nombrarse.

Andraia y Ka-lyrra son amigas del colegio, tienen 27 y 30 años y al preguntarles su nombre prefieren dar su nombre otaku cumpliendo con esta característica general dentro de la comunidad. A diferencia de lo que se podría pensar, este movimiento no es sólo de jóvenes ni es nuevo. Son muchos quienes al cumplir sus 30 años o más siguen siendo otakus, cosplayers o gamers dependiendo de la actividad que más les atraiga dentro de la cultura nipona. El manga que se difundió en 1992 llamado, Sailor Moon las acercó a este submundo que hoy comparten como si fuesen adolescentes.

A Nicole le gusta que la reconozcan como Sawako ya que es su anime favorito y se identifica con el personaje. Es fan del anime desde hace seis años cuando vio las películas japonesas de Hayao Miyazaki y una que otra serie que pasaban por TV. Ser otaku para ella implica ir a convenciones, hacer cosplay, saber de Japón, conocer las series, además de escuchar la música de allá jpop, jrock.

El anime, que es particularmente el medio principal para el acercamiento a esta cultura oriental, hace referencia a un estilo en los dibujos animados, que son muy diferentes a los vistos comercialmente en occidente y que se empezaron a trasmitir hace algunas décadas en la televisión nacional. Animes tan famosos como Dragon ball o los Caballeros del Zodiaco hacen parte de una larga lista de este tipo de animes que se difundieron en las cadenas nacionales. Son atractivos, porque los personajes son muy elaborados al punto que parecen Manga, (nombre que se le da a las historietas japonesas) pero, en movimiento.

Otaku, es sin embargo una palabra compleja que recoge a muchas personas alrededor del gusto por los contenidos de oriente que así mismo son muy distintos. Hay gamers que son los que se sienten más atraídos por los videojuegos, o cosplayers que son los que alimentan la tendencia de representar personajes de sus series favoritas, desde el vestido, hasta la actitud. “No solamente se basa en la tela, es un tema que conlleva estudio, es ver las series y comprender este arte que no es sólo me disfracé y ya” Dice Hiru Kirio que lleva siendo cosplayer hace unos cinco años.

El problema de nombrarse a sí mismo como otaku, radica en que esta palabra tomó una connotación negativa en Japón cuando se empezó asociar a estas personas con prácticas antisociales. Así, que algunos optan por nombrarse como Akiba-kei, como Hiru. Quien dice que “es similar al concepto de aficionado de la palabra otaku, pero sin la idea de la persona aislada, y ensimismada. “Acá somos muy sociales y es por eso que no somos otakus”

“Hay que pensar a los otakus como una subcultura, no son una tribu urbana porque no es un grupo cerrado con reglas establecidas. Ellos pueden tener su propia cultura, ser colombianos y adoptar cosas de oriente, como ocurre”. Explica, Juan Camilo Restrepo, Sociólogo de la Universidad Nacional de Colombia. “La identidad de ellos no se construye como el movimiento hippie o punk. Ellos son tan diversos y particulares que le van dando forma a esta subcultura urbana mientras crece.”

Es una subcultura que aunque tiene más de treinta años en Colombia y una tradición milenaria en Japón, tiene más acogida ahora entre los jóvenes de las urbes gracias a múltiples factores.
El primero es que Japón, Corea del sur y China se han venido consolidando en el mercado mundial. De la misma forma que llegan carros o electrodomésticos, se importan series televisivas y contenido que trae información de oriente.
Lo segundo, es que principalmente los otakus se han organizado, unido, y manifestado a través de internet y sobre todo en redes sociales. Se han podido ver entre ellos, comentando en diferentes medios online sobre estos contenidos que como explican Andraia y Ka-lyrra, hace veinte años eran escasos. “No sólo era carísimo sino imposible conseguir manga o series anime, acá no llegaba nada. Uno tenía que buscar en todo el centro y era muy extraño”.

El 24 de febrero del 2013 se dio la primera marcha cosplay en Bogotá y aunque cada vez hay más eventos como estos, falta mucho por aprender en relación con la tolerancia y no discriminación a estos grupos. Andrés o Homura Fate, dice que a los otakus se les tacha de satánicos, diabólicos, infantiles y homosexuales. En su colegio tuvo que escuchar la explicación de su profesora de religión que los acusaba de ser una secta e incluso de la incomprensión de su mamá que poco a poco fue conociendo y entendiendo más, como él cuenta.