31 de agosto de 2012
La sombra de Rogelio Salmona
Por Juan Salazar Estudiante de la Facultad de Comunicación Social -Periodismo
Los proyectos que Rogelio Salmona no terminó por su muerte han estado a cargo de una conocedora de su arquitectura y de su concepto. Sus ladrillos quedaron en buenas manos.
El 3 de octubre de 2007 murió Rogelio Salmona, uno de los arquitectos más importantes del último siglo de Colombia. Su repentina muerte a causa de un cáncer, dejó numerosos proyectos, de diferentes magnitudes y de diferentes usos, sin terminar. Desde entonces tan sólo uno se ha terminado, otro sigue en el proceso de diseño y de estudio técnico, el resto, a la espera de una autorización burocrática para su construcción. ¿En qué manos han caído estos proyectos? ¿Quién es el responsable de respetar el concepto inicial que dejó el maestro?
María Elvira Madriñán por casi treinta años trabajó junto a Rogelio Salmona. Fue su esposa, fue su acompañante, pero también fue su socia. Ella es quien se ha encargado de los cinco trabajos que Rogelio Salmona no culminó.
Uno de ellos es la sede de la Alianza Francesa en Chicó. María Elvira tuvo que definir el desarrollo de los planos, de las licencias y de las diferentes modificaciones que se hicieron en el transcurso. En el 2010 se inauguró y hoy es reconocido por su espacio amplio, luminoso y con elementos que juegan con el entorno para un mayor provecho colectivo. Por ejemplo, la temperatura del edificio no es regulado artificialmente por aires acondicionados, el diseño de los corredores hace que el aire fluya en los rincones gracias a un manejo bioclimático del espacio.
En vida el maestro desarrolló la mayoría de etapas del Gimnasio La Fontana, pero la última fue reformada por la institución a raíz del aumento de estudiantes, María Elvira fue quien la rediseñó. Un cambio, dice la viuda de Salmona, que pretendía pasar desapercibido para no irrespetar el concepto inicial del diseño de Rogelio. “Queríamos un proyecto coherente con la filosofía educativa, que busca enseñar de una forma vivencial y mediante la cultura, pues las ciencias frías se deshumanizan”, dijo el coordinador del colegio, Darío Zuleta para una entrevista a la revista Metro Cuadrado.
Por otro lado, el Centro Cultural de la Universidad de Caldas, fue un proyecto planteado desde el 2003; sus diseños fueron definidos, pero su materialización se ha depurado por el cambio de los rectores en la institución. En el 2007, con la entrada del rector Ricardo Gómez Giraldo, el plan del centro cultural volvió a revivir, pero con modificaciones en el programa inicial: “Un diseño más aterrizado y menos onírico con especial énfasis en la biblioteca y no en el teatro como se planteó al principio”. Desde hace cuatro años María Elvira se ha encargado de las trabas presupuestales. Hoy, está en la etapa definitiva (ya hay un contrato y una financiación) para que el proyecto se pueda desarrollar.
Otras obras de gran magnitud que el maestro inició y que su viuda terminó, con algunas modificaciones en los diseños, son el campus de la Universidad Pedagógica con más de 40 hectáreas en Valmaría (Calle 183 con carrera 54). También en sus manos está un conjunto residencial en La Candelaria que tuvo que cambiar ya que su tamaño no se ajustaba a los ingresos de los compradores; un proyecto de ampliación del Museo de Arte Moderno de Bogotá que está paralizado porque el lote en el que se pretende desarrollar era de un narcotraficante, y finalmente, el diseño de la nueva sede del Colegio Distrital Policarpa Salavarrieta en la avenida Circunvalar con 26. “Todos los proyectos, dice la María Elvira Madriñán, guardan el espíritu inicial. Obviamente en el proceso hay modificaciones, pero la idea es que se mantenga la concepción espacial del cuidado con el entorno, una arquitectura abierta que responda al enriquecimiento de la ciudad y de quien está ahí”.
Ninguno de estos proyectos le son ajenos a María Elvira, finalmente acompañó cada uno desde su concepción; lo que no significa, como bien ella lo aclara, que tenga que actuar pensando cómo lo haría él. Lo irónico es que su nombre no figura como diseñadora de los proyectos que ha finalizado, ni siquiera como par de Rogelio Salmona en la construcción; igual, eso no le afecta, eso no le preocupa. “A fin de cuentas Rogelio es el ícono, confiesa entre risas, seguramente cuando se acaben estos proyectos únicamente el nombre de él figurará”, en cambio el de María Elvira Madriñán no, aunque en ellos esté también su mano, aunque en ellos esté también su sombra.