30 de abril de 2012

La Guajira analfabeta

Por Johanna Celedón Estudiante de la Facultad de Comunicación Social -Periodismo

El departamento de La Guajira tiene 137 mil iletrados, según el Ministerio de Educación. Es la tasa de analfabetismo más alta del país.

La península de La Guajira, es uno de los departamentos más ricos en recursos naturales de Colombia, sin embargo, las estadísticas indican que su población parece no beneficiarse totalmente con la riqueza del departamento, puesto que los índices de desarrollo social son unos de los más bajos del país. El más preocupante es el analfabetismo que representa en el departamento un 36.2% de la población, lo que equivale a 306.472 habitantes aproximadamente.

Según cifras del DANE, en el 2010 el departamento contaba con 846.609 habitantes aproximadamente, donde un 42.4% de la población estaba conformada por la comunidad indígena Wayúu. Penosamente el 60% de los Wayúu son analfabetas. Aunque el problema de analfabetismo en esta cultura puede ser discutible por dejar de lado el conocimiento tradicional indígena reconocido en la Ley 21 de 1991, es preocupante que esta cifra sea tan elevada en los descendientes nativos de esta región. El profesor Carlos Gámez de la institución educativa Ana Joaquina Rodríguez del corregimiento de Cañaverales, ubicado en el sur del departamento, atribuye esta cifra al mal uso de los recursos por parte de la secretaría de educación. “Los centros nocturnos de educación adulta existentes en la región son pocos, puesto que no se cuenta con los recursos económicos para adquirir un espacio o para pagarle a los educadores que trabajan allí”, afirmó el docente.

En los municipios se han hecho varios intentos para bajar la cifra de analfabetismo pero en la mayoría de las veces estos han fracasado. Durante la administración del 2004 al 2007 se desarrolló un proyecto con la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD), que tuvo como objetivo enseñar a leer y a escribir a los indígenas de algunos municipios. En el periodo de gobierno anterior (2008-2011), se contrató a una fundación para erradicar el problema, pero los resultados aún se siguen esperando. Para Claudia Sarmiento, una beneficiaria del programa de educación nocturna del municipio de San Juan del Cesar, el servicio que brindaban estos centros hace algunos años era muy bueno. “Cuando yo estudiaba, el centro nos ofrecía muchas oportunidades, de hecho, no solo aprendíamos lo académico, sino que nos enseñaban actividades distintas como tejido y decoraciones para el hogar. Pero ahora todo es más desorganizado y ya no es lo mismo”, afirma Claudia.

La Secretaría de Educación Departamental creó y desarrolló proyectos para ayudar a personas mayores de 15 años que no sabían leer ni escribir. Según una fuente oficial, esta institución se gastó un número considerable de regalías para dar inicio a estos proyectos en la última década, sin embargo, durante los últimos nueve años toda la inversión hecha por el departamento para erradicar el analfabetismo se perdió. Para Jazmín Bolaño, una docente del municipio de Fonseca, el hecho de que los proyectos fracasaran no es culpa solamente del departamento, sino también de la desinformación sobre la apertura de estos cursos y el desinterés de las personas por este tipo de iniciativas. “A pesar de que las matriculas se abren de forma gratuita desde final de año, las clases casi siempre empiezan en febrero por no tener alumnos suficientes”, afirma la docente.

Las cifras del resultado de los programas de alfabetización demuestran que estos han llegado a tan solo seis mil personas. Estas iniciativas, según Ana Cecilia Fuentes, Coordinadora de Educación para Adultos de San Juan del Cesar, fracasaron debido a que los proyectos fueron implantados en municipios como Barrancas, Hatonuevo, Fonseca y Albania, cuando los lugares donde se requerían eran en: Dibulla, Manaure, Riohacha y Uribia, que es donde se concentra la mayor parte de personas analfabetas del departamento.

Además de no focalizar las acciones que se iban a desarrollar, el impulso de estos programas de alfabetización no sirvió para adoptar un modelo de enseñanza propio, ni para mejorar la eficiencia y calidad de la educación en los municipios que se beneficiaban con estos. Andra Granadillo, una joven iletrada de 15 años y descendiente Wayúu afirmó que por vivir toda su vida en una finca y aislada de todo tipo de civilización, no pudo recibir una educación adecuada y a duras penas sabe escribir algunas palabras. “Salí del campo hace menos de un año y llegué a trabajar a una casa de familia. Siempre he querido aprender a escribir y leer, pero el centro de educación nocturna que hay en el pueblo no está en funcionamiento en estos momentos. Para personas como yo sería muy bueno que existieran lugares de aprendizaje, pero por ahora me toca aprender por mi cuenta”, dice la joven.

Para Ana Cecilia Fuentes no todo lo que se ha trabajado para acabar con el analfabetismo está perdido, puesto que el centro nocturno, que ella dirige, ha funcionado durante años y ofrece una orientación cognitiva para los adultos y talleres de lencería, adornos con flores y navideños, entre otros que son trabajados con el fin de ayudar a los adultos para tener un ingreso económico.

La docente, afirma que aunque han sido muchos los bachilleres que se han graduado, que últimamente este proyecto no funciona como lo venía haciendo. Sin embargo, para Fuentes la solución no es inalcanzable. “En la nocturna hay que desarrollar programas más flexibles y realizables, capacitar a docentes específicamente para educar a adultos y contar con un mayor aporte económico departamental y nacional. Esto es difícil, pero no imposible”, agrega Fuentes.

En Colombia, desde el 2010 se han trabajado programas de alfabetización, donde alrededor de 214.000 adultos se integran para obtener un título de bachiller. Para el 2011, según la ministra de educación María Fernanda Campo, en el país los analfabetas representaban el 6,6% de la población, lo que equivale a 1’672.000 colombianos mayores de 15 años. A pesar de los intentos por erradicar este problema que paraliza el desarrollo humano, según un informe de la UNESCO de finales de 2002 sobre las metas establecidas en el foro mundial sobre educación, Colombia está entre uno de los países con riesgo de no reducir a la mitad el número de analfabetas hasta el 2015.

Esto deja en evidencia que el problema del analfabetismo es preocupante no solo en La Guajira sino en todo el territorio nacional y sus consecuencias se reflejan fundamentalmente a nivel social, porque este problema se convierte en un factor de exclusión y marginación, que da paso a la desigualdad social, el estancamiento del crecimiento económico y el poco fortalecimiento de las capacidades competitivas de la población.