26 de abril de 2010

El Símbolo Perdido

¿Será mejor esperar para ver la película de este best seller? Depende. Si ya se leyó el ‘Código Da Vinci’ y le gustó su adaptación cinematográfica, espere la película, no se demorará demasiado en salir. Si por el contrario prefirió el libro, acá le reforzamos la intención de leer la última obra de Dan Brown.

El Símbolo Perdido narra la vertiginosa historia de Robert Langdon, el mismo hombre que nada todas las mañanas en Harvard y utiliza un reloj de Mickey Mouse en su muñeca, que debe realizar una visita a Washington D.C. para dar una charla a un grupo selecto de hombres pertenecientes a una de las logias más poderosas del mundo: la Francmasonería.

Página Oficial de El Símbolo Perdido

Como en las versiones anteriores, hay un loco detrás de los eventos desafortunados en los que se ve envuelto Langdon, y en esta ocasión el experto semiólogo tendrá 12 horas para resolver el problema que tiene al frente, o de lo contrario, un secreto se revelará a la sociedad norteamericana y de paso pondrá en peligro la institucionalidad del Gobierno. El punto de partida del enigma es la mano (sí, recién cortada) del gran amigo de Langdon: Peter Solomón, un masón consagrado.

A partir de ese momento, el personaje principal recorrerá Washington con diferentes aliados, descifrando esta ciudad que se presenta como un gran monumento a la semiología. Probablemente éste sea el mayor atractivo del libro, la recreación simbólica de la arquitectura de la capital de Estado Unidos, al tiempo que resume la historia de la masonería y logra conocer más datos sobre esta élite que aparece a finales del Siglo XVII en Europa y que en la actualidad tiene representantes en todo el mundo.

Como todos los libros de Brown, el Símbolo Perdido se deja leer muy fácil mientras arroja pequeñas pistas para los amantes de la teoría de la conspiración y para los aficionados de la historia. Su trama es consistente pero sin lugar a duda son las preguntas que deja sin resolver, capítulo a capítulo, las que mantienen el interés de sus lectores.

Como buen best seller, vendió un millón de copias en su primer día. La edición de Editorial Planeta es de 608 páginas, de tapa dura y un buen tamaño de letra, sería ideal que pudiera reproducir la gran cantidad de obras a las que hace alusión, ya que son bastante interesantes y encierran una historia propia, por ello es recomendable hacer una pausa, cuando sea posible, y remitirse a los libros e internet para complementar la información de las alusiones que Brown hace a menudo.

¿Suena muy forzado? En una parte del libro (sin riesgo de estropear la lectura) hacen referencia a Melancolía I, obra del artista renacentista Alberto Durero, basta con preguntarle a Google al respecto y encontrar algo como esto: Alberto Durero, y así sucede lo mismo con edificios, nombres, biografías, religiones e incluso ciencias del conocimiento que Brown reúne y utiliza para contextualizar su obra.

Al final, es posible quedar con las ganas de ver la película, para ver a Tom Hanks pasear por los lugares emblemáticos de Washington, al tiempo que resultaría interesante saber quién será el actor elegido para representar al némesis de Langdon, las sesiones de maquillaje serán arduas pues el personaje tiene tatuajes por todo su cuerpo y es un experto camaleón, además de un maniático e inteligente adversario.

No es una lectura obligada, pero será una clase de semiótica bastante emocionante.